jueves, 26 de noviembre de 2020

El último peldaño


 

El último peldaño

 

El presidente Sebastián Piñera pretende bloquear el segundo retiro del 10% de los fondos previsionales de los chilenos al enviar el proyecto que fue aprobado por 130 parlamentarios (83%) de la Cámara de Diputados, al Tribunal Constitucional (TC) para impedir que la iniciativa se convierta en ley.

El Mandatario dio un paso en falso pues no parece estar consciente de la realidad que vive el país tras el Estallido Social, la Pandemia y la consecuente crisis económica que afecta a millones de hogares que viven en la miseria, y que ante el escaso y tardío apoyo gubernamental debe recurrir a sus propios ahorros para sortear estos días de desempleo masivo, desprotección y hambre.

Piñera, porfiado como él solo, desconoce que la inmensa mayoría de los chilenos quiere acabar con el nefasto sistema de ahorro previsional que sólo ha servido para enriquecer a las grandes compañías administradoras y aportar plata fresca a grandes empresas, dentro y fuera de nuestro país, a cambio de entregar pensiones de miseria.

Todo indica que Sebastián está golpeado. Su ego fue arañado por el reciente voto del Apruebo (78%) con el cual se da inicio al entierro de su tan amada Constitución pinochetista, su desaprobación subió al 75% (Cadem, octubre 2020), y para más remate le entró agua a la sala de máquinas, pues no controla su coalición donde es duramente criticado por sus partidarios. Miope, sordo y narciso, como él solo, mandó al congreso un proyecto alternativo cargado a la letra chica y que en la práctica no es más que un préstamo que se les hace a los afiliados con su propio dinero. Una burla; una más.

El empresario Piñera está más empeñado en defender a las AFP, creadas por su hermano José, que permitir a los chilenos acceder a sus propios ahorros. Olvida que la calle está ojo avizor, que la ciudadanía despertó -esa que lo honra con sus cánticos masivos cuando lo comparan con el tirano-, y que la gente no va a permitir que le escamoteen su dinero, esos pesitos que tanto le ha costado juntar.

La movida de Sebastián es más grave, pero como él es corto de vista y carece de empatía con los dolores del pueblo, no ha reparado en las consecuencias que le puede acarrear, a él y al sistema político institucional. En la práctica busca un enfrentamiento con el Poder Legislativo quien, en este contexto tiene el apoyo de la ciudadanía, mientras él se queda cada vez más solo, no tiene agenda política, no gobierna y apenas es capaz de administrar dos o tres cositas menores. Ya algunos en los pasillos del Congreso usan de manera reiterada la palabra “interdicto” (persona declarada incapaz para actuar en la vida jurídica) para referirse a quien está tan desconectado de la realidad social y política del país que debería dar un paso al costado.

Su idea de enviar al TC el proyecto de la oposición la convierte en un nudo gordiano y rayana en la estupidez, porque dicho organismo no puede declarar inconstitucional un proyecto que fue aprobado con el quórum que la propia Carta Magna establece para estos efectos. Es como si tuviera que decretar: “Es inconstitucional porque es constitucional”. Se parece mucho al magnífico titular del diario Fortín Mapocho cuando aludió a la derrota del tirano en el plebiscito del 88: “Corrió solo y llegó segundo”.

¿Acaso Sebastián no ve la tele como para que se entere de que en Guatemala la población indignada quemó el Congreso por una reducción de recursos para la salud y la protección social, la atención maternal e infantil, los tratamientos para el cáncer y la desnutrición; que en Perú las movilizaciones ciudadanas bajaron a tres presidentes de la república en una semana; que el pueblo boliviano aprobó por aplastante mayoría la candidatura de un representante del MAS (Movimiento al Socialismo)? En este momento yo no le recomendaría que fuese a tomarse una fotito a la Plaza de la Dignidad.

Piñera pende de un hilo y si los congresistas tienen la entereza suficiente y el coraje que les demanda la Historia, tomarán las tijeras del caso, porque Sebastián acaba de bajar el último peldaño y está en la calle.

Carlos F. Reyes

Profesor de Estado en Castellano

 

Una chispa enciende la pradera

 

Una chispa enciende la pradera

 

Carlos F. Reyes

 

“Cuando la Tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”

Simón Bolívar

 

 

 

            Aristóteles sostiene que en política lo determinante no es el poder, sino la legitimidad de él, atributo que el empresario Piñera ha ido perdiendo a punta de engañifas, chambonadas y acciones provocativas que ilustran su profundo desprecio hacia una ciudadanía empobrecida que demanda dignidad.

            La derrota del 10% en el Congreso, lo dejó tan turulato y fuera de juego que tuvo que rendirse a la presión de la Derecha pinochetista. Su gobierno quedó desfondado y debió  agachar el  moño ante los líderes de los partidos de su coalición que barajaron nombres para los cambios de gabinete, hicieron propuestas e impusieron enroques ante un Presidente pasmado que intentaba cohesionar a sus partidarios y, de paso, endurecer las políticas gubernamentales. Se consolidó así un gabinete marcado por su rechazo a la aprobación de una nueva Constitución para Chile promovido por los poderosos sectores empresariales y los nuevos hacendados forestales ligados a la banca y a las AFP que han visto con temor, desde el estallido social, el avance de las demandas sociales por igualdad, dignidad y justicia social.

Y nada mejor para generar un clima de agitación y posterior represión que encender una chispa en la pradera de la Araucanía. Hacia allá dirigió sus pasos, premunido de un bidón de gasolina, el flamante nuevo ministro del Interior, el ultraderechista Víctor Pérez. Nadie sabe a qué fue, pero todos lo sospechan. No se reunió con ninguno de los alcaldes de la zona, una de las regiones más empobrecidas del país. Como señaló Jorge Saquel, alcalde de Curacautín: “…el gobierno tiene en el más absoluto abandono a Malleco”.

Tras su visita, la madrugada del 2 de agosto, grupos armados de la macrozona concurrieron, en pleno toque de queda, premunidos de bates, fierros y piedras a desalojar violentamente a los comuneros que habían ocupado cinco municipios en apoyo a los presos políticos mapuches, muchos de los cuales cumplen ya un centenar de días en huelga de hambre en reclamo por la aplicación de los artículos 9 y 10 del Convenio 169 de la OIT que, entre otras cosas, establecen que en el caso de los pueblos indígenas los Estados deberán dar preferencia “a tipos de sanción distintos del encarcelamiento”, teniendo en cuenta sus propias costumbres en materias penales.

El  incendio cobró fuerza, desatando una despiadada manifestación de odio racial por parte de una masa de civiles contra mapuches, la que fue tolerada por la fuerza policial. Con anterioridad ya habían ocurrido otros sospechosos atentados, quemas de camiones, cortes de ruta, descarrilamiento de un tren, incendios de escuelas y disparos en una zona altamente militarizada y que permanece bajo el control de las Fuerzas Especiales de Carabineros, por lo cual no se explica que se hayan cometido estos hechos delictuales a vista y paciencia de ellos. El país ya conoce lo que fue el montaje de la Operación Huracán de 2017 que encarceló sin motivo a ocho mapuches supuestamente involucrados en una asociación ilícita terrorista, pues la investigación del Ministerio Público demostró que una Unidad de Inteligencia de Carabineros había manipulado las pruebas que incriminaban a los detenidos mediante la intervención fraudulenta de mensajes en teléfonos celulares.

La movida de ahora consistió en dar luz verde para que se movilizara un grupo de matones que, amparados en el concepto de la autotutela, atacaron a los  comuneros. El accionar violento de guardias blancos contra obreros, campesinos o estudiantes no es algo nuevo. Hechos similares se realizaron durante el estallido social cuando pequeños grupos de “chalecos amarillos” salieron a enfrentarse contra los pobladores movilizados, cuando manifestantes que apoyaban el rechazo a una Nueva Constitución golpearon brutalmente a un conocido periodista, o cuando, en los años previos al Golpe, los grupos fascistas de Patria y Libertad se ensañaban contra los partidarios del Presidente Salvador Allende. Nuestra historia consigna numerosos hechos similares. En julio de 1920, una turba de guardias blancos apoyados por soldados del Batallón Magallanes asaltó a sangre y fuego la sede de la Federación Obrera de Magallanes en Punta Arenas. Entraron disparando contra los trabajadores, dejando a su paso decenas de muertos, torturados y a muchos que fueron quemados vivos tras el incendio que causaron.

La situación que se vive hoy en la Araucanía es de extrema gravedad. Cuatro de los 27 presos mapuche en huelga de hambre ya fueron trasladados desde la cárcel de Angol hasta el hospital de la comuna, y preocupa  sobre manera la salud del machi Celestino Córdova que se agrava minuto a minuto. Entre tanto, el Gobierno hace oídos sordos a la necesidad de diálogo para buscar una solución a sus demandas. Un diputado (RN) con cabeza de adoquín publicó de manera burda una foto de una trampa vietnamita que vinculaba a los mapuches con estas prácticas, supuestamente para dañar a Carabineros. Por su parte, el derechista  gremio de los camioneros advirtió desafiante que: “Una quema más de camión y vamos a reaccionar”, anunciando así un posible paro nacional del gremio. Y para avivar más la cueca, otros grupos de camioneros cortaron la Ruta 5 Sur en distintos puntos de La Araucanía. Para colmo, y en medio de este contexto de tensiones étnicas, son encontrados en extrañas circunstancias los cuerpos sin vida de dos mujeres mapuche, dirigentes de la Comunidad Juan Pinoleo en Ercilla que denunciaban la militarización en la zona.

Mientras tanto, parecen quedar en segundo plano la pandemia, el hambre, las ollas comunes, la recesión económica y sobre todo, el Plebiscito que debe celebrarse el 25 de octubre, que con seguridad aprobará, en un acto histórico, la posibilidad de escribir una nueva Constitución para Chile. Sin embargo, estas brutales maniobras de los sectores ultraderechistas amparados por el gobierno, indican que el panorama político se está caldeando a propósito para postergar o suspender la realización del Plebiscito. No sería nada raro, pues como señala un proverbio chino: “La bestia, cuando está herida es sumamente peligrosa”.

 

Carlos F. Reyes

Profesor de Estado en Castellano

U. de Chile

 

 

 

La derrota de Sebastián

 

La derrota de Sebastián

Carlos F. Reyes

 

“Ninguno debe obedecer a los que no tienen el derecho a mandar”.

(CICERÓN)

 

 

            Sebastián declaró que: “…no siento que uno experimente una derrota…” tras la contundente votación del Congreso que aprobó la ley que permite el retiro  del 10% de los fondos previsionales. Lo  dijo acomodándose la mascarilla para ocultar los moretones de los golpes que le dejó el apoyo mayoritario a dicha reforma constitucional. Él había rechazado de plano dicha modificación y por eso envió a sus ministros con la misión de convencer a los parlamentarios que rechazaran el proyecto; desde La Moneda se hicieron llamados telefónicos, hubo amenazas, ofertas bajo cuerda, miradas torvas. Pero no hubo caso, el tsunami del rechazo le pasó por encima y tuvo que morder el polvo de la derrota cuando 35 parlamentarios de su coalición le dieron la espalda y votaron a favor de la moción junto con la oposición.

 

            Sebastián, vapuleado de antemano, abandonó cabeza gacha La Moneda el día de la votación, pues ya sabía cuál sería el resultado; sabía, además, que no tenía poder político para vetar el proyecto ni enviarlo al TC. Finalmente, tuvo que firmar a regañadientes la mentada ley, a solas, en una oficina vacía, sin el destello de los reflectores sobre el escenario donde le gusta lucirse: una verdadera metáfora de su aislamiento, de su gobierno de brazos caídos.

           

            La Derecha política recibió a su vez el impacto del terremoto grado 10. Se derrumbó como un viejo edificio de adobe, se destaparon los catafalcos desde donde emergieron algunos zombies agitando sus vendas apolilladas. Quedó al desnudo la crisis interna de dichos partidos. Pasó de todo: salieron a relucir viejas rencillas, brilló el filo de los cuchillos lanzados para crucificar a los culpables, brotaron lenguas de fuego desde la sedienta boca de la senadora inquisitorial, hubo renuncias que pretendieron ser heroicas y muchas palabras huecas que terminaron escurriéndose por el desagüe.

 

            Este jueves negro, (yo prefiero calificarlo de rojo, total en gusto no hay disgustos) pasará a la historia como el día del Segundo Estallido Social. Ocurrió que la última línea de defensa de la constitución pinochetista, ese manual para hacer negocios que ha permitido que el 1% se apropie del 30 % de las riquezas del país y mantenga al pueblo en la miseria, no resistió el arrollador avance de la Primera Línea Ciudadana que acometió sin miedo para reclamar lo que le pertenece.

 

            Sí, Chile despertó, la gente se ha politizado como nunca, paradojalmente en ausencia de partidos políticos que los representen. Eso explica por qué permaneció atenta al debate que se realizaba en el Parlamento. Más de dos millones de chilenos siguieron ojo avizor y oído atento las palabras de los parlamentarios, pero para que les quedara claro que estaban bajo la lupa, los días previos salieron a las calles pese a la pandemia mortal, a la cuarentena, al toque de queda, a la represión policial/militar. Recuperaron una vez más ese espacio que les pertenece por derecho propio, provocaron un potente cacerolazo nacional, bloquearon avenidas, hicieron barricadas, incendiaron algunos vehículos, a muchos el hambre los impulsó a saquear supermercados, otros protestaron afuera de las comisarías para manifestar su rabia contra los abusos de Carabineros. Era la ciudadanía empoderada que ya no resiste tanta injusticia y aprovechamiento. Los sectores más reaccionarios les estaban impidiendo recuperar su plata, esa que han puesto por obligación en estas maquinarias de atrapar dinero que son las AFP. Eran las familias que perdieron sus empleos, que redujeron drásticamente sus ingresos formales o informales, que deben alimentarse hoy gracias a la generosidad y organización de los cientos o miles de ollas comunes, mientras en Palacio se encarga paté de jabalí y leche de búfala.

 

            Ante una izquierda política desprestigiada, sin acuerdos de unidad, sin proyectos de sociedad, que solo enarbola una larga lista de supermercado de demandas, que ha sido cómplice, en parte, de sostener el modelo económico neoliberal, ha surgido una Izquierda Social, la misma del 18 de octubre, la que va por sus derechos, cabeza en alto, con la dignidad de un pueblo que sabe lo que quiere.

 

            Este jueves rojo marca el camino. La salida política está a la vista, se llama Plebiscito Constitucional a realizarse el 25 de octubre próximo en donde la opción ganadora será, sin duda, un contundente Apruebo así como la votación a favor de la elección del 100% de los Constituyentes e impidiendo que sea la mitad de los parlamentarios quienes participen en la redacción de una Nueva Constitución para Chile.

 

Carlos F. Reyes

Prof. de Estado en Castellano

U. de Chile

 

           

           

 

 

Nicanor Parra tenía razón

Nicanor Parra | Corporación de Artes y Cultura de Colina

Nicanor Parra tenía razón
Carlos F. Reyes

            Chile es un país que da lástima. Donde pongas el dedo sale pus. Lo cual es  revelador porque confirma el grado de descomposición a que hemos llegado. Resulta fastidioso describir el extenso listado de todos los aspectos putrefactos: corrupción, robo, engaño, cohecho, malversación que ocurren en cualquiera de las instituciones de la República y también en el ámbito privado. Nos hemos convertido en un país rasca, arribista y endeudado. La pandemia, y antes el estallido social, han corrido el velo  para que veamos el rostro de nuestra condición de paisito pobre, carente de un Estado fuerte preocupado de la salud y el bienestar de los ciudadanos. Los que se creían pertenecientes a la clase media, hoy saborean el té sin azúcar de los más pobres. La gente reclama, desde el estallido social, algo más potente que un cambio político, es una demanda más profunda,  es la urgente necesidad de un cambio cultural, “hasta que la dignidad se haga costumbre”. El modelo económico-político impuesto en dictadura y administrado golosamente por los políticos de la Concertación y Nueva Mayoría se desplomó estrepitosamente. Los chilenos podemos ver (“Chile despertó”), tal vez por primera vez, la podredumbre, el grado superlativo de injusticia social, sin necesidad de una vanguardia encargada de explicarnos la maldad de los gobernantes. Los chilenos tenemos cada día más claro que el Presidente no gobierna, que defiende con dientes y muelas los intereses de los empresarios, que desprecia la hambruna de la población, que no puede controlar sus incontinencias conductuales, que está en su fase final, que perdió legitimidad y el apoyo de su propia coalición. Es el rey desnudo por antonomasia.
El sistema político dejó de ser una caja negra y hoy, gracias a las redes sociales, es una casa de vidrio expuesta al escrutinio de un público que observa, se informa y opina. Así, por ejemplo, el debate del miércoles 8 acerca del retiro del 10% de las AFP fue seguido por 2,5 millones de chilenos que estaban interesados en conocer los argumentos de los parlamentarios. Los espectadores/auditores se enteraron en el debate que las AFP durante el primer trimestre de 2020 habían aumentado sus utilidades en 100 %  con respecto al mismo período del año pasado, que los fondos de pensiones aportados por los trabajadores no sólo enriquecen a los dueños de las Administradoras sino que también van a parar al bolsillo de los grandes grupos económicos, como el de Luksic que recibe 9 mil millones de dólares (sí, leyó bien: 9.000 millones de dólares) de los ahorrantes; que el grupo Said atrapa US$ 7.413 millones de dólares; que los grupos Yarur, Saieh, Matte, Solari también reciben financiamiento fresco de los fondos de pensiones. Y lo mismo ocurre con los bancos e instituciones financieras, tales como el Banco Chile, Santander, BCI, Itaú, Scotiabank y otros.
Mientras, los estudios de la Fundación SOL, indican que a diciembre de 2019, la mitad del casi millón de jubilados bajo este sistema, reciben una pensión  menor a $202 mil pesos mensuales, en tanto que la mitad de quienes se pensionaron en 2019 reciben una jubilación de menos de $49 mil pesos mensuales. Los datos hablan por sí mismos: el sistema de rentas individuales administradas por las AFP fracasó tras 40 años de su implementación.
En este contexto, la Cámara de diputados debía votar para introducir o no una reforma constitucional que permitiera a los cotizantes retirar hasta el 10% de sus ahorros en tiempo de pandemia y, de ese modo, aliviar la crisis económica que golpea duramente a la mayoría de los hogares. El resultado fue una derrota aplastante para el gobierno, pues los votos de la oposición más 13 de gobierno y la abstención de 30 diputados se sumaron por el retiro del 10%. Este traspié sufrido por el gobierno quedará registrado en los Anales de la política chilena. Derrota que no fue sólo política sino ideológica. Es notable que pese a todas las presiones ejercidas por el Mandatario, 13 diputados de la derecha hayan saltado  los torniquetes del poder presidencial para abrir las puertas del corazón económico a los desposeídos. La cueva de Alí Babá quedó expuesta, fulgurante, ante los ojos de un pueblo que pasa hambre.
Este hecho tuvo un carácter ideológico porque se trataba de votar ni más ni menos que un proyecto de reforma constitucional, que intenta modificar la Biblia empresarial, significó  la posibilidad de doblar la mano a los gremialistas que usan la Constitución del 80 como un manual para hacer negocios.
Fue una destapada de olla descomunal en un país que ocupa el sexto lugar en el  índice de la pandemia mundial, que ya superó los 300.000 infectados y registra más de 11.000 muertos (DEIS) a causa del mal manejo del Covid-19; que contabiliza un desempleo disparado que llega al 11,5%, con 2 millones de desempleados (Estudio UC); con créditos que no llegan a las Pymes por los trámites burocráticos que se les exige; con cajas de mercaderías distribuidas tarde, mal y nunca; con un rimbombante Plan Clase Media que murió a poco andar y que sólo ofrecía endeudarse, en fin, con soluciones a cuenta gotas que llegan tarde y no resuelven la angustia de la gente que no tiene qué comer.
Tras la votación se encendieron las alarmas en la Derecha, el gremialismo pegó el grito en el cielo y sacó a relucir los cuchillos. La senadora van Rysselberghe, dejó la copa a un costado y, desesperada por recuperar espacios de poder, se lanzó contra la yugular del ministro Blumel, de Evópoli, responsabilizándolo del fracaso. Longueira salió del corazón de las tinieblas con una misiva tétrica, de corte bíblico, apelando a los “valores, principios y estilo de la UDI”. Allamand, Cubillos y Mathei iniciaron la campaña del terror entre sus huestes y pronto fueron secundados por las AFP que enviaron  millones de cartas a sus cotizantes anunciando el fin de mundo si retiraban el 10% de sus fondos. Piñera se enfurruñó, le dio la consabida pataleta y decidió suspender el comité político de los lunes con los partidos de la coalición y, de paso, vetó dos proyectos enviados por el Congreso. El latifundista Carlos Larraín, le arrastró el poncho al mandatario, señalando que los partidos deberían apoyarlo “…aunque fuera chico, feo y tonto”. Otro  Larraín, esta vez Hernán, Presidente de Evópoli  hizo un llamado dramático a la unidad, agitando la bandera de las “convicciones”.
Y así, al día siguiente, muchos paladearon el exquisito sabor de la marraqueta, en tanto a otros se les cortó la leche de búfala y el paté de jabalí les resultó amargo. Por otra parte, se dio comienzo a la segunda entrega de las cajas de comida que incluye una sorpresa, porque así funciona el espectáculo del hambre, tres preservativos. Me pregunto qué pensarán los(as) políticos(as) beatos(as) ante la repartición de 9 millones de condones a la población. Esta ópera bufa por el poder continuará en el Senado y en otras instancias burocráticas, veremos qué ocurre con este tira y afloja, pero lo más curioso es que nuestro insigne poeta, Nicanor Parra, se adelantó a su época (no olvidemos que de la palabra “vate” {poeta} se deriva el vocablo “vaticinio” {predecir, presagiar}) pues sostuvo hace mucho que “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.

Carlos F. Reyes
Prof. de Estado en Castellano
U. de Chile

lunes, 6 de julio de 2020

Las peras del olmo





Las peras del olmo
Carlos F. Reyes
El lenguaje que suelen emplear las autoridades del actual gobierno refleja tal pobreza de ideas, incapacidad política, arrogancia y desprecio por los ciudadanos que repugna  escucharlo, especialmente en esos shows pandémicos de la televisión.
Quienes se sostienen en los palos intermedios del gallinero del poder –una vez enviados a ejercer las vocerías-, repiten como loros las monsergas que les han dicho que dijeran. Recalcan desde hace meses: “Hay que lavarse las manos para combatir la pandemia”. Esa frase que bien pudiera encaminar a las personas a un aseo preventivo, se convierte en insulto y palabrería hueca para quienes no disponen de agua potable, como ocurre en los 800 campamentos y tomas de terreno que hay en Chile. Pero no sólo eso. Este lenguaje machacón, repetido luego por periodistas y animadores del circo televisivo, refleja, al mismo tiempo, el desprecio hacia la mayoría de los chilenos pues presupone que la gente aún no entiende que hay que lavarse las manos, que es dura de cabeza y, tal como ocurre con los niños, hay que repetirles una y otra vez el discursito.
“Quédense en sus casas, no salgan” es otra frase reiterada hasta el cansancio, tras la cual se esconde el dedo acusatorio de que los efectos de la catastrófica pandemia corren por cuenta de quienes infringen las medidas restrictivas. Da pena leer algunos comentarios en las redes sociales en donde la gente repite esta misma idea sin pensar, culpabilizando a los vecinos indolentes. Una frase parecida pronunció el Ministro de Desarrollo Social (¿desarrollo?): “Les queremos decir (nunca usan un lenguaje directo, se quedan en la intención comunicativa) a quienes viven en situación de calle, que vuelvan a sus casas”. Creo que es tan grande la ignorancia de esta casta pudiente acerca de las condiciones de vida de la población, que en su manera de ver el mundo ni siquiera se dan cuenta de cuánto desprecio manifiestan. Hay 3,5 millones de chilenos que realizan trabajos informales por lo cual deben salir a diario a buscar el pan. Son compatriotas e inmigrantes que deben elegir entre morirse de hambre o correr el riesgo de contagiarse con el virus mortal. Pero esos loros alimentados con pan y vino además mienten; difunden la idea de que la propagación de la pandemia se debe a la despreocupación de los pobladores, quienes incluso hacen fiestas de 30 personas en una ciudad de 7 millones de habitantes. Qué horror, es el colmo. Contrariamente a esta idea, los estudios de Espacio Público indican que se han realizado, hasta hoy, 23 millones de controles en las calles y solo el 0,5% de las personas ha sido multado. Pero a falta de ideas, siguen con la cantinela: “Quédense en sus casas, no salgan”, repitiendo las mismas palabras como quien reparte caramelos. Y por si ello no bastare, pronto se implementará, en complicidad con las compañías telefónicas, un sistema de seguimiento de los teléfonos móviles y sus dueños, amén de las penas del infierno que acaban de ser aprobadas para castigar a quienes salen a trabajar porque no tienen con qué vivir.
El menosprecio hacia los pobres les sale por los poros. Es un hedor imposible de ocultar a pesar de los carísimos perfumes Bleu de Chanel o Boss. No se trata de incontinencia verbal. Cuando a Herman Chadwick, primo del Mandatario, le recriminan por la presencia de 31 personas en el funeral de su tío, el cura. Responde que ellos sólo eran 20. ¿Pero y los sacerdotes, los músicos, los fotógrafos,  señor Chadwick? “Ah, esos no cuentan”. No cuentan, no son seres humanos. Es como si se refiriera a unos postes, a unas cañerías en el muro.
Hay en las voces de estos privilegiados un aliento de sermón de la montaña, algo de voz iluminada, una epifanía diría Warken, uno de los gestores doctrinarios regalones del modelo neoliberal; esa palabra cargada de incienso que se pronuncia juntando las manos: “Y si el virus se convierte en buena persona” (Mañalich); “Vamos a derrotar el virus con amor”, dicho con los ojos en blanco como Juana de Arco en la hoguera (Rubilar).
A veces, esta casta acomodada pasa de la mirada peyorativa a la provocación y la burla. Así, nosotros, los del Tercer Estado, (para darle un aire histórico a esta miseria) nos enteramos que La Moneda Versallesca encarga un presupuesto (100 millones de pesos) de comidas gourmet que incluye paté de jabalí, queso cilegine (elaborado con leche de búfala), mousse de pato, caviar, truchas y otras delicatesen, mientras el pueblo pasa hambre. Lo sorprendente es que los voceros de palacio corrieron a aclarar que la licitación se realizó con el fin de "generar ahorros necesarios para el Estado". Mientras tanto, sólo en Puente Alto se organizan a diario más de 100 ollas comunes a las cuales  acuden las dueñas de casas con su cacerola para que otras mujeres solidarias se la llenen con tallarines, contenido que, con su sabor a solidaridad, muchas veces será la única comida del día.
Mientras Chile tiene un mayor número de contagiados por coronavirus que Italia y más que España, y que hoy ocupa el séptimo lugar con índices de mayor contagio a nivel planetario, el ex ministro responsable, ese que fracasó, ese que fue incapaz de adoptar las medidas profilácticas a tiempo, ese inepto se marchó como si hubiese sido un héroe, pese a que se había equivocado, pese a que ignoró la cantidad real de muertos, pese a que confesó que se había dejado seducir (así dijo, “seducir”, no sé si antes o después de hacerle, como buen súbdito, una reverencia versallesca a Sebastián I), pese a que no sabía que en las clases proletarias había hacinamiento, pese a que extravió la trazabilidad de los contagiados. Y se fue así no más, dejando las cartas desordenadas sobre la mesa después de haberse entretenido armando castillos en el aire, jugando con la salud de los chilenos, mientras la Derecha más dura le oficiaba un funeral vikingo cargado de alabanzas.
Así es que llegó el nuevo ministro: modosito, humanitario, indulgente, caballeroso, de hablar suave, más preocupado al parecer de los nombres de los periodistas que del número de muertos que ya nadie sabe cuántos son, como si se reeditara la macabra contabilidad que hacía a diario la Vicaría de la Solidaridad durante la Dictadura cívico-militar. Camina, equilibrándose sobre una cuerda no muy tensa, rumbo a un final incierto. Empezó diciendo que su gestión sería de “continuidad”. A poco andar se desdijo de este disparate, pero no puede cambiar demasiado el rumbo, porque el presidente Larroulet lo observa desde el segundo piso con un largo catalejo. Por eso pronunció un discurso tibio,  diciendo que “No hay diferencias en Chile ni de clases sociales, ni de religión, ni políticas ni económicas”. O sea que los judíos, católicos y musulmanes son lo mismo, no hay diferencias entre ellos. Genial. Y agregó: “Hay un respeto por la dignidad humana”. Ignorando así que el mayor reclamo durante el estallido social fue la necesidad de dignidad, artículo inexistente en las políticas públicas de Piñera. Por eso se bautizó la plaza Italia con ese nombre emblemático como si los manifestantes hubieran clavado allí una bandera justiciera. El ministro, pese a su hablar mesurado, no logró desautorizar la investigación de CIPER, según la cual la tasa de mortalidad (proporción de fallecidos por Covid respecto del total de hospitalizados por el virus) de hospitales públicos y clínicas privadas muestra diferencias abismantes. Por ejemplo, en el Hospital Padre Hurtado  dicha tasa es de 25,1% mientras en la Clínica Las Condes alcanza sólo el 5%.
Mientras crece incontrolable la pandemia y la recesión económica golpea con fuerza los hogares de los chilenos, el Gobierno se apresta a aumentar los poderes del Ejecutivo y a disminuir los del Legislativo en una línea política encaminada, además, a poner una lápida al plebiscito de octubre y a la redacción de una nueva Constitución.
Así pues, a la luz de los acontecimientos consignados, ¿será posible que esta ralea dueña del país cambie su lenguaje y habitual desprecio hacia los pobres?, ¿ocurrirá algún día que esta estirpe baje desde las cumbres de su poder para al fin humanizarse? ¿O tal vez le estamos pidiendo peras al olmo? Una sabia leyenda china afirma que cuando un árbol no da frutos ni sombra, hay que cortarlo.

Carlos F. Reyes
Prof. de Estado en Castellano
(Universidad de Chile)

domingo, 1 de diciembre de 2019

Happy birthday, Mr. President


Happy birthday, Mr. President
Carlos F. Reyes
Profesor jubilado

Así mismo le cantó Marilyn, con voz de cama, al Presidente Kennedy en uno de sus cumpleaños, dejando en evidencia la íntima relación que ambos mantenían. El mandatario asesinado (fíjese bien, no es un dato menor) cortó entonces por lo sano y de taquito se la pasó a su hermano, aunque las malas lenguas señalan que ambos la compartían hacía tiempo.
A propósito, Sr. Presidente, supe que por estos días usted cumpleaños. ¿Cómo pasa el tiempo, verdad? El espejo, ese que lo sigue a todos lados, no miente: las abundantes canas, esas arruguitas que insisten en abrirse camino a través de su piel fláccida, esas patas de gallo, y sobre todo esas ojeras. ¡Cómo debe odiarlas! Y claro, me imagino que ya no basta el bótox, las cremas, los masajes…la única solución es cortar por lo sano: el bisturí.
A propósito, ¿no le dan ganas de cortar por lo sano (digo sanamente) ante tanto desprecio e ingobernabilidad suya? Porque fíjese que a usted no se le ocurre ninguna solución ante la descomunal crisis que vive nuestro país. Sus apariciones en televisión resultan patéticas. Se lo ve angustiado, titubeante, no dice nada contundente, se repite y como tiene la manía de hablar por triplicado (delincuentes, lumpen, vándalos) aburre y sus palabras caen al lago del olvido sin provocar ondas. Parece un predicador que repite un discurso azumagado. Sus improvisaciones ante las cámaras dan vergüenza ajena. Me pregunto, porque como soy viejo no tengo muchas cosas que hacer, ¿cómo lo estarán pelando los altos dignatarios en el extranjero? Porque usted, Sr. Presidente, no solo le mintió a nuestro pueblo ofreciéndole un mundo mejor, sino que hizo una engañifa de estafador ante el mundo. ¡Já!, ¡cómo estarán comentando el repudio mundial que está generando su torpeza política y la acción criminal de la cual es responsable! Usted, que vendió la pomada del estadista mundial, ¿cómo cree que lo van a recibir los altos dignatarios en un tiempo más, si es que lo reciben?
Me pregunto, mientras acaricio mi gato, si usted podrá dormir tranquilo (con pastillas, claro) sabiendo que  la policía les ha rajado los globos oculares a cientos de jóvenes. ¿No tiene pesadillas sabiendo que hay decenas de muertos, mujeres y niñas vejadas sexualmente en los cuarteles policiales? ¿Comenta con alguien su preocupación por los jóvenes torturados, por las golpizas indiscriminadas, por las detenciones arbitrarias? Como sé que a usted le interesa sobre manera el dinero, me pregunto si le inquieta el alza del dólar, la caída de la Bolsa, la fuga de capitales, su fracaso como economista.
Mire, la verdad es que no quisiera estar en sus zapatos. No le veo salida, bueno, sí, hay una, ya le dije, cortar por lo sano. Mire que cada día que pasa se desprestigia más y más. ¿Acaso no le afectan las sanciones internacionales a su gestión por las violaciones a los DDHH? Ese castigo moral a su incompetencia y que se transformarán en su lápida. Esas puertas que se van cerrando a su paso. Le repito: ¿no habrá llegado la hora de cortar por lo sano? Usted me entiende. Hacerse a un lado. Total ya es multimillonario, tiene hijos, nietos, una gran familia católica que transmite felicidad aunque algunos de sus miembros imaginen invasiones extrañas.
Piénselo. Los cumpleaños sirven, entre otras cosas, para meditar, hacer un balance, sobre todo cuando uno ya es viejo. Porque fíjese bien, usted ya sabe, ya probó el trago amargo de saber que está perdiendo en esta apuesta de gobernar, que se le acaban las fichas, que incluso sus partidarios lo miran con desdén, que el silencio obsecuente de sus subordinados tiene algo de conmiseración, que lo ven pasar como alma en pena por los pasillos de Palacio, que nadie quiere cruzarse con usted, porque ya huele a gladiolos.
Piénselo. Sería sano para usted abandonar el barco que hace agua. Fíjese que hasta pasaría a la historia –esa que ya muchos comenzaron a escribir con tinta roja- como quien al abdicar se sacrificó por la Patria.
Piénselo. ¿Qué sentido tiene seguir recibiendo escupitajos cuando el público no lo quiere sobre el escenario? Qué gana con seguir atormentándose cuando hay millones que marchan gritándole “criminal”, “sinvergüenza”, “asesino”, “ladrón”, como escucho desde mi ventana.
Mire, usted no me cae mal, más bien me da lástima. Fíjese que soy un viejo profesor jubilado y cuando salgo a comprar el pan veo su nombre escrito en las paredes: “Renuncia CTM”, “Ándate fresco de raja”, “asesino de mierda”. ¿Ve usted? Entonces pienso que esos rayados van a quedar grabados a fuego en la memoria de nuestro pueblo…”¿Te acuerdas del Presidente?, ¡Ah!, sí, el weas ese al que no le hacía caso ni el ejército”.
Piénselo; mire, acérquese, se lo voy a decir al oído:”Re-nun-cie”. Es lo mejor para usted y el país que ya despertó y echó a andar, haciendo camino como decía J. M. Serrat.
Cuando llego a mi casa, me sale a recibir mi gatito. Voy a la cocina y me preparo un tecito, pensando en el último rayado que vi en la esquina: ”Presidente usted es tan pobre que solo tiene dinero”.
Piénselo, el reloj avanza: “tic…tac…tic…”

miércoles, 13 de noviembre de 2019

La calle no calla



La calle no calla
(13 de noviembre de 2019)


Carlos F. Reyes

Profesor jubilado

Subo la veintena de peldaños que me llevan al ascensor Espíritu Santo respirando apenas el aire enrarecido. Las puertas permanecen cerradas. Tengo que bajar a pie. Doy media vuelta y desciendo el cerro tapándome la nariz. El olor de los neumáticos quemados  junto  con el polvo lacrimógeno es insoportable.
Ya no se escuchan  las voces de protestas que ayer cruzaron el aire, se fueron con el viento, navegaron mar adentro. Sin embargo el clamor popular está clavado en cada muro, poste, kiosko, vereda o basurero de este puerto herido.
“No le pidas soluciones al Estado
Si el Estado es el problema”.

En el plan hay poco movimiento. Algunos automóviles recorren las calles y disminuyen cautelosos la velocidad en las esquinas.
La calle no calla. Sigue gritando en las paredes, en las cunetas, en las calzadas, en las cortinas cerradas de los negocios.
“Aún no se gana nada
La lucha continúa”

Es la caligrafía popular que estampó su reclamo en los muros de la ciudad-puerto, la más grafitteada en Chile. Pero ahora no es el garabato incomprensible de un loco que dejó su marca como un perro que mea en un árbol. Estas son voces legibles, indignadas:
“Tiempos mejores:
Ni pacos ladrones
Ni milicos asesinos”.

Avanzo por calle Edwards pisando vidrios rotos, trozos de estuco, cascajos. En la esquina de Independencia aún sale humo de la farmacia incendiada. Huele a palos quemados que flotan en el agua estancada del primer piso. Arriba asoman vigas negras como alas de cuervo. La muerte ronda por las calles.
“Cuando la tiranía es ley
La revolución es orden”

La rabia de los porteños quedará estampada en los muros para las próximas generaciones.
“Maldito el soldado que empuña su arma
Contra su propio pueblo” (S. Bolívar)

Las pocas micros que circulan por Pedro Montt lo hacen zigzagueando para evitar los palos con clavos, trozos de latas, cartones, neumáticos, adoquines que forman los restos de barricadas.
“Nuestros muertos no se negocian”.
Los muros gritan como si fuese un coro griego que clama por justicia mientras el Gobierno se reúne. Sí, se reúne con Pedro, Juan y Diego en los salones alfombrados de Palacio. Hace como que dialoga, toma tecito. De ese modo el Mandatario hace como que gobierna. Mantiene un diálogo consigo mismo, sin dar una respuesta política al clamor de la ciudadanía.
“Muerte al capital
hasta lograr la dignidad”

Los numerosos espejos de Palacio reflejan el paso del Mandatario que se mira de reojo en ellos. Va camino a dar una declaración ante el país. Hay expectación. Se detiene, se ajusta la corbata roja que resalta sobre el terno azul, aplasta con la mano un mechón de pelo, se ajusta el largo de las mangas, ensaya una sonrisa, pero le sale una mueca. Los periodistas esperan impacientes, el país entero quiere conocer sus drásticas medidas para resolver políticamente el reventón ciudadano que enfurecido apunta contra al oligopolio nepotista, contra la élite política corrupta, contra la feroz desigualdad que indica que hay un grupo selecto de chilenos (0,01%)  que recibe mensualmente $459.446.908 en tanto el 50 % de los trabajadores recibe $232.823 cada mes.
“Uno se puede engañar
y a los demás,
pero no a la realidad”.

El mechón de pelo se levanta rebelde. Decide dejarlo porque le da un aire de descuido, como de exceso de trabajo. Avanza sobre la  gruesa alfombra bajo la cual se han barrido tantos escándalos (Penta, Soquimich, Caval, colusión del Confort, fraude del Ejército, colusión de los pollos, Pacogate).
“No era depresión;
era el capitalismo”

Grita el pueblo en cada esquina.

“Perdimos la paciencia”
“No al pacto social”
“Frente Amplio traidores”

Y mientras el Mandatario sale al salón azul escoltado por dos de sus ministros, pues hace rato que no aparece solo en pantalla, en los estrechos pasajes porteños asoma el sentir más poético:

“Cuida tu fuego interno.
Expándelo por todos los rincones”

“Piensa, dale la cara a la vida”

La caligrafía se afila como cuchillos puntudos:

“Pako maldito kon ke
kara le hací
kariño a tu hija”.

El Mandatario habla, pero no dice nada. La calle lo dice todo:

“Piñera chúpalo”

Yo buscaba una farmacia que no encontré, pero creo que el remedio está escrito en las paredes:




“Hasta que la dignidad sea costumbre”