Una
chispa enciende la pradera
Carlos
F. Reyes
“Cuando la Tiranía se hace ley, la
rebelión es un derecho”
Simón
Bolívar
Aristóteles sostiene que en política
lo determinante no es el poder, sino la legitimidad de él, atributo que el
empresario Piñera ha ido perdiendo a punta de engañifas, chambonadas y acciones
provocativas que ilustran su profundo desprecio hacia una ciudadanía
empobrecida que demanda dignidad.
La derrota del 10% en el Congreso, lo
dejó tan turulato y fuera de juego que tuvo que rendirse a la presión de la
Derecha pinochetista. Su gobierno quedó desfondado y debió agachar el
moño ante los líderes de los partidos de su coalición que barajaron nombres
para los cambios de gabinete, hicieron propuestas e impusieron enroques ante un
Presidente pasmado que intentaba cohesionar a sus partidarios y, de paso, endurecer
las políticas gubernamentales. Se consolidó así un gabinete marcado por su rechazo
a la aprobación de una nueva Constitución para Chile promovido por los poderosos
sectores empresariales y los nuevos hacendados forestales ligados a la banca y
a las AFP que han visto con temor, desde el estallido social, el avance de las
demandas sociales por igualdad, dignidad y justicia social.
Y
nada mejor para generar un clima de agitación y posterior represión que
encender una chispa en la pradera de la Araucanía. Hacia allá dirigió sus pasos,
premunido de un bidón de gasolina, el flamante nuevo ministro del Interior, el
ultraderechista Víctor Pérez. Nadie sabe a qué fue, pero todos lo sospechan. No
se reunió con ninguno de los alcaldes de la zona, una de las regiones más
empobrecidas del país. Como señaló Jorge Saquel, alcalde de Curacautín: “…el
gobierno tiene en el más absoluto abandono a Malleco”.
Tras
su visita, la madrugada del 2 de agosto, grupos armados de la macrozona
concurrieron, en pleno toque de queda, premunidos de bates, fierros y piedras a
desalojar violentamente a los comuneros que habían ocupado cinco municipios en
apoyo a los presos políticos mapuches, muchos de los cuales cumplen ya un
centenar de días en huelga de hambre en reclamo por la aplicación de los
artículos 9 y 10 del Convenio 169 de la OIT que, entre otras cosas, establecen
que en el caso de los pueblos indígenas los Estados deberán dar preferencia “a
tipos de sanción distintos del encarcelamiento”, teniendo en cuenta sus propias
costumbres en materias penales.
El incendio cobró fuerza, desatando una despiadada
manifestación de odio racial por parte de una masa de civiles contra mapuches, la
que fue tolerada por la fuerza policial. Con anterioridad ya habían ocurrido otros
sospechosos atentados, quemas de camiones, cortes de ruta, descarrilamiento de
un tren, incendios de escuelas y disparos en una zona altamente militarizada y que
permanece bajo el control de las Fuerzas Especiales de Carabineros, por lo cual
no se explica que se hayan cometido estos hechos delictuales a vista y
paciencia de ellos. El país ya conoce lo que fue el montaje de la Operación
Huracán de 2017 que encarceló sin motivo a ocho mapuches supuestamente
involucrados en una asociación ilícita terrorista, pues la investigación del
Ministerio Público demostró que una Unidad de Inteligencia de Carabineros había
manipulado las pruebas que incriminaban a los detenidos mediante la
intervención fraudulenta de mensajes en teléfonos celulares.
La
movida de ahora consistió en dar luz verde para que se movilizara un grupo de matones
que, amparados en el concepto de la autotutela, atacaron a los comuneros. El accionar violento de guardias
blancos contra obreros, campesinos o estudiantes no es algo nuevo. Hechos similares
se realizaron durante el estallido social cuando pequeños grupos de “chalecos
amarillos” salieron a enfrentarse contra los pobladores movilizados, cuando
manifestantes que apoyaban el rechazo a una Nueva Constitución golpearon brutalmente
a un conocido periodista, o cuando, en los años previos al Golpe, los grupos
fascistas de Patria y Libertad se ensañaban contra los partidarios del
Presidente Salvador Allende. Nuestra historia consigna numerosos hechos
similares. En julio de 1920, una turba de guardias blancos apoyados por
soldados del Batallón Magallanes asaltó a sangre y fuego la sede de la
Federación Obrera de Magallanes en Punta Arenas. Entraron disparando contra los
trabajadores, dejando a su paso decenas de muertos, torturados y a muchos que
fueron quemados vivos tras el incendio que causaron.
La
situación que se vive hoy en la Araucanía es de extrema gravedad. Cuatro de los
27 presos mapuche en huelga de hambre ya fueron trasladados desde la cárcel de
Angol hasta el hospital de la comuna, y preocupa sobre manera la salud del machi Celestino
Córdova que se agrava minuto a minuto. Entre tanto, el Gobierno hace oídos
sordos a la necesidad de diálogo para buscar una solución a sus demandas. Un
diputado (RN) con cabeza de adoquín publicó de manera burda una foto de una
trampa vietnamita que vinculaba a los mapuches con estas prácticas, supuestamente
para dañar a Carabineros. Por su parte, el derechista gremio de los camioneros advirtió desafiante que:
“Una quema más de camión y vamos a reaccionar”, anunciando así un posible paro
nacional del gremio. Y para avivar más la cueca, otros grupos de camioneros
cortaron la Ruta 5 Sur en distintos puntos de La Araucanía. Para colmo, y en
medio de este contexto de tensiones étnicas, son encontrados en extrañas circunstancias
los cuerpos sin vida de dos mujeres mapuche, dirigentes de la Comunidad Juan
Pinoleo en Ercilla que denunciaban la militarización en la zona.
Mientras
tanto, parecen quedar en segundo plano la pandemia, el hambre, las ollas
comunes, la recesión económica y sobre todo, el Plebiscito que debe celebrarse
el 25 de octubre, que con seguridad aprobará, en un acto histórico, la
posibilidad de escribir una nueva Constitución para Chile. Sin embargo, estas
brutales maniobras de los sectores ultraderechistas amparados por el gobierno,
indican que el panorama político se está caldeando a propósito para postergar o
suspender la realización del Plebiscito. No sería nada raro, pues como señala
un proverbio chino: “La bestia, cuando está herida es sumamente peligrosa”.
Carlos
F. Reyes
Profesor
de Estado en Castellano
U. de
Chile
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