lunes, 28 de octubre de 2019

Volver a la normalidad


“Volver a la normalidad”
Farsa en 3 actos

Acto I

-Joven, mire, por supuesto que tenemos que volver a la normalidad. Es necesario regresar a ese punto cero del cual los patipelaos se fugaron de la jaula democrática. ¿Sabe?, escaparon por un hoyo del Metro que horadaron los secundarios. Huumm, ocurre cada 30 ó 40 años. Ta bien, es un desahogo, una válvula de escape a la presión social fomentada por los izquierdistas cada vez más parecidos a los alienígenas. Pero ya, ta bueno, paremos el carnaval de protestas (Recuerda: “Son unos desagradecidos” dijo la Lucía, cuando el sátrapa de su marido perdió el plebiscito) porque este es un país serio, responsable, formal (dicho así, en triplicado, como le gusta hablar al Payaso Mayor) Acto seguido, el coro de los medios y los cheerleaders de Palacio, repite como loro comiendo pan con vino: “Somos un país serio, responsable, formal”.
-Vencimos a la turba del Mal, dice la Vocera con cara de vela derretida mientras junta las manos en actitud de plegaria, elevando sus ojeras al cielo, sí, derrotamos a las pandillas de ladrones, lumpen y vándalos. Tenemos que restablecer la legitimidad del aparato estatal que tanto nos ha costado…oiga, pero el 1% de las familias más adineradas es dueña del 33% de la riqueza de Chile..¿ve?,¿se da cuenta?...uf, un tremendo esfuerzo…como le decía, tenemos que regresar a la democracia, esa que permitió que Él (pone cara de mártir en la hoguera) fuera elegido con el 27% de los votos del padrón electoral, es cierto, una miseria, pero legal. Eso, tenemos que volver a la legalidad vigente, a ese espacio en donde los que se esfuerzan logran avanzar, no importa de dónde vengan…oiga, pero el periodista Daniel Matamala sostuvo que el 67% del Gabinete proviene de 6 colegios, es decir, algo así como 16 ministros de los 24, cuyas cabezas cayeron cuesta abajo en la rodada. Tan tán)…¿sí?, ¿ni idea?, casualidades de la vida pué.
-Como señalaba, hay que volver a la normalidad, tenemos que darnos un gran abrazo que nos una, consolide, afirme Eso necesita  este país (nunca dicen “nuestro” país) a lo largo y ancho. Ta bien, hemos cometido errores, quién no los comete, es parte de la vida, cada día tiene su afán. Por eso la marcha/concentración del viernes es un buen símbolo de la unidad entre los chilenos. A eso debemos abocarnos. Vivan las banderas de la chilenidad, de la patria, del fundo de mi abuelo, del rodeo. Nada de banderas rojas, aunque claro, los comunistas las esconden para manejar a la masa desde las sombras.
-Oiga, pero fíjese que el 50% de los trabajadores gana menos de 400 lukas. Bueno pué…Papá Andrónico, ¿lo  ubica? el dueño del Trece, se pone la mano izquierda en el pecho y con la derecha tantea la billetera para soltar unos morlacos a sus dependientes. Gesto noble que de seguro imitarán otros poderosos empresarios para salvar sus almas y dormir en paz. También lo hizo el alcalde luminoso que descendió en vuelo celestial arriba de un dron desde el Alto Las Condes hasta La Pintana, sembrando fajos de billetes, verdaderas semillas de igualdad.
-Disculpe, pero ¡está enterada que en Chile se registran más de 770 mil Subempleados, y el 50 % gana menos de $150 mil y que, además, se registran 1,1 millones de Asalariados que no tienen contrato de trabajo, y que el 80 % gana menos de $412 mil.[1] Ta, ta, ta…dejémonos de odiosidades que a nada conducen. Hay que pensar en positivo, ver la mitad del vaso lleno de agua limpia, pura y cristalina (en triplicado). Este país tiene un PIB de US$24.000 que ya se quisieran otros puebluchos de América Latina.
Señorita Vocera, ¿y qué dice de los 20 muertos, 3.193 detenidos,  1.092 heridos, 437 de las cuales fueron heridos por armas de fuego, amén de las 17 querellas por tortura sexual, tratos inhumanos, degradantes y las 126 personas seriamente dañadas en los ojos que les provocaron el estallido del globo ocular?...¿Cómo?...¿qué?...No sea idiot…(perdóname Dios mío por ofender)…mire, esos son montajes realizados por aquellos que solo se preocupan de alterar el orden público, de provocar el caos, saqueando, destruyendo, quemando (así en tripli).
-Como decía, hay que volver a la normalidad…psé..recuerde que lo “normal” es lo que siempre ocurre…es casi…casi como un hecho natural…o mejor aún, un designio de Dios…y no olvide que “normal” viene de “norma”, es decir, una regla, algo que nosotros usamos para medir hasta dónde se puede estirar el elástico y que también sirve para corregir…¿me entiende?
Señorita, entonces ¿usted dice que la gente va a tener que seguir haciendo bingos para arreglar las escuelas, levantarse más temprano para comprar un boleto de Metro más barato, ir de madrugada al consultorio para conversar con las vecinas, comprar flores porque están más baratas?


Acto II

En ese momento el Payaso Mayor aparece en lo alto de la escalera de Palacio. Tiene el ceño adusto, la mirada fría, la sonrisa congelada (sí, en tripli). Se sacude con movimientos espasmódicos, las mangas del traje le cubren las manos, tuerce el cuello. No logra contenerse. Es como si dentro tuviera un demonio que se agita contra su voluntad. La Vocera lo ve por el rabillo del ojo y suspende la conversación. Corre a su llamado, sube presurosa las escaleras, tropieza, cae pero se arrastra a gatas.

Acto III

Afuera de Palacio se escuchan las voces, los gritos, los cánticos  de una muchedumbre que va hacia su destino, que camina por ese mar sin orillas donde todo es posible,  que reclama “El derecho de vivir en paz”, que canta “El baile de los que sobran”, que baila al compás del viejo cha cha chá “Los marcianos llegaron ya”.
Se abrazan, saltan, agitan banderas del pueblo mapuche, de la Chile y del Colo; son viejos, mujeres con guagua, lolas, estudiantes, jubiladas, maestros chasquilla, oficinistas, profesionales, alienígenas, técnicos, con muletas, en sillas de ruedas, con mochilas, con alegría de un pueblo que despertó para gritar frente a Palacio:
-Renuncia
-ándate
-échate el pollo
-vírate
-chao pescao
-salta pál lao
-retírate
-sal de ahí
-abandona
-no sigas
-abdica
-claudica
-abjura
-…y otras voces más soeces y coprolálicas, pero cuya eficacia y eficiencia comunicativa no tiene parangón:
-¡¡¡¡ÁNDATE A LA CHUCHA!!!!


FIN



[1] Los verdaderos sueldos de Chile. Fundación Sol. Agosto 2019.

domingo, 20 de octubre de 2019

Los vándalos de siempre




(Hace cuatro años escribí este artículo y dado el actual estallido social producido en nuestro país, decidí publicarlo, tomando en cuenta que los medios  y el Gobierno -incapaz de dar una respuesta política a la crisis-, van a desviar la atención de la ciudadanía apuntando a los vándalos como los responsables de la agitación, a los que ejercen violencia, para así confundir a la población acerca de los reales problemas económicos y sociales que sufren a diario y a los cuales se añade el permanente menosprecio porque, al fin de cuentas, solo son unos "patipelaos").


Los vándalos de siempre
                                                                                              Carlos F. Reyes

         La semana pasada, hemos visto, una vez más, cómo los grupos de desalmados que actúan en las sombras para robar y destruir a su paso los bienes públicos que nos pertenecen a todos los chilenos, salieron a cometer sus fechorías. Como es habitual, actúan de manera impune, amparados por la complicidad de las fuerzas del orden.
         Afortunadamente estos grupos de malhechores están quedando al descubierto gracias a la tenaz investigación de algunos periodistas y del Ministerio Público quienes, a pesar de los obstáculos y presiones de Palacio, han ido desenmascarando a estos sinvergüenzas.
         Son ejecutivos de cuello y corbata que pertenecen al Grupo Angelini, al Grupo Cruzat, al Grupo Soquimich, al Grupo de Aguas Andinas, al Grupo Moneda Asset Management, al Grupo Corpesca y tantos otros que, de manera sistemática, han saqueado los bienes pertenecientes al Estado, han defraudado al Fisco, han comprado la conciencia de numerosos parlamentarios y partidos políticos con sus triangulaciones de dinero. Han usado información privilegiada, cometido fraudes, ofrecido sobornos, impulsado arreglines, iniciado campañas antes de tiempo.
         Los antecedentes que cada día salen a la luz pública indican que no son hechos aislados. Esta casta de mafiosos viene actuando desde hace años, aprovechándose, en muchos casos, de la buena fe de la gente, como ocurrió en el caso La Polar con la repactación unilateral de las deudas, en la colusión de las farmacias y en el caso de las empresas productoras de pollos.
         Entre tanto, los estudiantes que salen a la calle, una vez más, desde hace10 años, para protestar ante una educación que ha sido abandonada por el Estado a las leyes del mercado, para exigir una educación gratuita, de calidad, democrática y sin lucro, reciben a cambio promesas incumplidas, ofrecimientos hipócritas de participación, cuando no balas, chorros cobardes lanzados a mansalva por el carro lanza-agua, maltrato, palos, el ataque con gases lacrimógenos y, además, los golpes de los medios que se afanan en desprestigiar el movimiento social mediante imágenes repetidas hasta la saciedad.
En uno de esos videos profusamente difundidos, se muestra a un grupo de jóvenes que arranca un semáforo de la calle. Un semáforo. ¿Cuál es el costo de este dispositivo?, ¿Un millón de pesos? Tal vez. El perdonazo del SII a la empresa Johnson’s, otorgado por el actual director de dicha entidad, fue de U$125 millones (ciento veinticinco millones de dólares que todos los chilenos dejamos de percibir). Dicho monto equivale a $70.000.000.000 aproximadamente. En otras palabras, el daño correspondió a la destrucción de más de 70 millones de semáforos. ¿Cuándo los carabineros les van a arrojar un chorrazo de agua?, ¿cuándo van a lanzar gases lacrimógenos en sus oficinas de sanhatan?
Los actos vandálicos de estos grupos empresariales, nacionales y extranjeros, han impedido que el Estado disponga de recursos suficientes como para terminar de edificar los hospitales cuyas obras están paralizadas; han imposibilitado construir escuelas, puentes, caminos, represas, consultorios, aeropuertos en las zonas más aisladas; han impedido la entrega de pensiones dignas, medicamentos, sueldos adecuados a los profesores.  El saqueo de estos grupos vandálicos al Estado chileno se inició durante la dictadura -mientras la Derecha Gobernante vendía, la Derecha Económica compraba a precio de huevo- se intensifica bajo los gobiernos de la Concertación y se mantiene bajo la Nueva Mayoría.
Y mientras los Grupos desenmascarados de las Isapres, de las AFP, de los bancos, de las empresas del retail, de las Aseguradoras, de las mineras, de las pesqueras, de las forestales, del Transantiago aumentan sus escandalosas ganancias a costa del esfuerzo de los ciudadanos, La Moneda guarda silencio. Es lo que sabe hacer. Un silencio embarazoso, por cierto. Cómo no sonrojarse al tratar de sostener que no se sabía del préstamo de 6.500 millones de pesos al primogénito de la Mandataria.
Los vándalos de siempre, otorgaron más de $300 millones a la Fundación Libertad y Desarrollo, a la Fundación Chile 21 y a la Fundación Jaime Guzmán para así mantener controlados los hilos de las decisiones políticas.
El pillaje de estos grupos facinerosos les permitió apoderarse de dos tercios de las empresas estatales del cobre, de la biomasa marina, que pasó a manos de siete familias, de los consorcios periodísticos y de algunos canales de televisión. Son estos medios, precisamente, los que tienden cortinas para ocultar la maciza manifestación de 150.000 estudiantes en las calles; los que levantan muros para que los chilenos no se enteren de la corrupción generalizada. Son estos medios los que organizan programas especiales para analizar la situación política de Venezuela, pero que guardan silencio durante la visita de Li Kegiang, Primer Ministro de China, país en donde se reprime de manera violenta cualquier manifestación.
Son estos los vándalos que ejercen a diario la violencia contra la ciudadanía elevando los copagos de las Isapres, subiendo el 20% de las cuentas de electricidad, haciendo pingües negocios con las cuentas telefónicas, enriqueciéndose con la venta de las conexiones a Internet, las más altas de Sudamérica.
Estos son los vándalos. Los que distraen la atención de las dueñas de casa y los oficinistas con noticias relacionadas con el escote de la Bolocco, la aparición de unos ovnis o el cambio de sexo del padrastro de las Kardashian.
Estos son los verdaderos vándalos.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Una calle larga y otra corta





Una calle larga y otra corta

Carlos F. Reyes


Fue el sábado más caluroso de aquel verano, y como el villorrio  estaba rodeado de cerros pelados, parecía un caldero cocinando piedras.

Se bajó del taxi a las tres de la tarde. Miró con desaliento la única calle de tierra orillada por casas de barro con techo de calamina. Las puertas y  ventanas estaban cerradas a machote y no se veía ni un alma.  A no ser por algunas pilchas puestas a secar en unos cordeles, se diría que allí no vivía nadie. Giró para preguntarle algo al taxista, pero este sonriendo, le repitió la consigna:
-A las siete en punto, compañero.
Y arrancó el auto, levantando una polvareda.
Y allí se quedó, sin saber ni siquiera dónde estaba. No vio perros, ni gallinas, ni pájaros. Tampoco se escuchaba el zumbido de los insectos. Nada se movía excepto el reverbero de unos saltamontes a la distancia.
Pero él no era de los que se dejaban arredrar así como así. Oprimió el gatillo del vetusto megáfono soviético y sopló con timidez sobre un botón que estaba inserto en una lengüeta flexible. No logró sacar el sonido esperado. Repitió la operación y, al mover el aparato, éste inesperadamente emitió un chillido agudo. Reparó entonces que la batería no hacía el contacto adecuado porque la tapa estaba floja. De modo que tuvo que sostener el pesado megáfono con la mano derecha mientras con la izquierda empujaba la tapa.
Su inicial falta de habilidad hizo que su primera proclama fuera  emitida de manera entrecortada:
“Compañ…..sinos, los oligar…se  han….chado…de la…ierra que…tedes cult…”
No, no podía continuar así. Era absurdo.
Encontró una pitilla en el suelo y con ella reforzó la sujeción de la tapa.
Eran las tres y media de la tarde y el aire parecía salido de un horno. La calle tendría unas veinte casas por lado separadas entre ellas por alambres de púas, hileras de cardos, cactus o rejas de gallinero desvencijadas.
Sin saber por qué, recordó a Amparo, a quien había conocido hace un par de meses en la última elección de Centro de Alumnos de la Facultad. Recordó con toda claridad sus grandes ojos negros, su trenza y, sobre todo el sabor de su piel morena en sus manos.
En ese momento se dio cuenta de que no sabía qué decirles a los lugareños. Godoy, del Comité Local, le había dicho:
-Mire, compañero, a las siete vamos a poner una micro en el pueblo y usted es el encargado de llenarla con la gente del lugar. A las ocho empieza el acto en la plaza de armas en donde vamos a proclamar a nuestros candidatos a diputados. Aquí está el taxi que lo va a llevar y usted se viene con la micro llena. ¿De acordeón? Y repitió:  “Llena”. Por supuesto a nadie se le ocurrió preguntarle si tenía ganas de cumplir ese trabajo. Así eran las cosas, sólo había que hacerlas.
Volvió a recordar a Amparo y tuvo una erección involuntaria. Aquella tarde ella había hecho algo inesperado; le acarició la cabeza sin decir nada, apretándolo contra su pecho, mientras él estaba sentado en un escaño. Y su mano fue como agua tibia escurriendo entre sus cabellos. La abrazó por la cintura, sintió su olor de hembra joven y comprendió que bajo su vestido de gitana había una promesa por cumplir cuando se reencontraran al término de las vacaciones.
Luego se despidieron y cada uno partió a lo suyo. Comenzaba el verano y todo indicaba que sería muy caluroso, al igual que el clima político que se comenzaba a vivir en el país.
Tuvo una segunda erección más intensa. Entonces decidió orinar contra unas matas mientras sentía que la sed le resquebrajaba las mucosas.

Tenía que llenar la micro. “¿Habrán salido todos a una reunión y dejaron las puertas cerradas?”, pensó. Pero esa misma quietud y silencio lo alentó a borrar de sí todo atisbo de vergüenza. Y por eso, entusiasmado, sin tener conciencia de los límites y de la necesaria racionalidad política, se dejó llevar por su entusiasmo juvenil.

“…y por eso, compañeros campesinos, haremos la revolución y la tierra no será de propiedad de unos pocos sino de todos, especialmente de ustedes que laboran día a día, de sol a sol. Y construiremos una patria nueva, más justa, más democrática, más equitativa. Una sociedad en donde no haya ricos ni pobres, porque todos seremos iguales.”

Cuando concluyó, se calmó un tanto, tratando de recuperar el aliento. Sí, se había pasado de la raya. No era para tanto. Al llegar al final de la calle, comprobó que doblaba a la derecha. Era un pueblo en ele. Sólo había dos calles: una larga y otra corta.
Dobló y siguió con su monserga sin que nadie asomara la cabeza ante el bullicio que estaba provocando. Cuando llegó al final de la segunda calle, regresó, pero esta vez se le ocurrió cantar, quizás sería más atractivo para los pobladores…claro, esos que no estaban. Por cierto iría intercalando su invitación entre canción y canción. De modo que se transformó en una radioemisora ambulante. Y comenzó, aunque de manera desafinada, con las canciones de la Guerra Civil española:

“Dime donde vas morena,
Dime donde vas al alba”

Y como su memoria era buena continuó con

“El ejército del Ebro
A la rumba a la rumba bom bom
Una noche el río pasó
¡Ay, Carmela!, ¡Ay Carmela!”

Cuando concluyó el repertorio volvió a invitar a los invisibles habitantes a la concentración

“Hoy, compañeros campesinos, el pueblo se reúne para proclamar a sus candidatos, a quienes legítimamente representan los intereses del proletariado. Por eso, a las siete en punto vendrá una micro que nos llevará a dicho acto artístico-político y cultural. En la plaza escucharán los versos recitados por el compañero Pablo Neruda.”

Luego cambió al repertorio italiano, pero haciendo una introducción, porque su entusiasmo iba en aumento.

Y ahora, compañeros, escucharemos unas bellas y sentidas canciones de los partisanos italianos quienes le dieron la zumba a los fascistas en la segunda guerra mundial.

“O bella ciao, o bella ciao,
Ciao, ciao, ciao,
Soy comunista toda la vida”

Luego se le vino a la cabeza el repertorio mejicano e incluso fue capaz de desdoblarse en dos personajes.

Y ahora compañeros, escucharemos algunas melodías de la Revolución Mexicana, esa que fue encabezada por Emiliano Zapata y Pancho Villa, en donde lucharon campesinos, sí campesinos igual que ustedes contra los grandes latifundistas de aquel país hermano. Puede cantar, compañero, el micrófono es todo suyo.

“Con mi carabina 30-30 (aquí le salía un gallito)
Me voy a las filas de la rebelión
Y si mi sangre piden
Mi sangre les doy
Por los explotados de nuestra nación”

Incluyó incluso canciones no revolucionarias, pero del cancionero mejicano, como algunas de Miguel Aceves Mejías, Jorge Negrete y otras que había escuchado cuando niño.
Y así pasó la tarde, durante horas, caminando en un sentido y otro por un pueblo vacío. Tan entusiasmado estaba que preparó sobre la marcha un show improvisado. Se paró sobre una roca que estaba en el vértice de ambas calles y anunció con solemnidad:

“Señoras y señores, abuelitas y abuelitos, ha llegado desde  el sur un gran cantante que quiere compartir el folklore nacional con los habitantes de…habitantes de…de este magnífico pueblo. Recibamos con un gran aplauso a…a…El Tropillano.”

Entonces se bajó de la piedra e imitó la ovación del público ahuecando las manos sobre el micrófono: “Ohhoooo…bravo, bravo…”

Se subió nuevamente a la piedra y anunció:

“Como decía mi querido amigo, en realidad, mi compañero, estoy feliz de estar ante ustedes y voy a iniciar el repertorio de esta tarde espléndida, con una de las más bellas canciones de Violeta Parra”

Y desafinado y todo se animó. Ya nada podía detener su impulso creativo. Se subía y se bajaba de la piedra, adonde afortunadamente llegaba la sombra de un sauce. Hacía gestos, reverencias para agradecer al público, incluso pedía un poco de silencio para continuar. Estaba tan concentrado en su improvisación que no reparó en que las puertas de las casas habían comenzado a abrirse para dejar paso a sus moradores que no aguantaban la risa. Eran familias numerosas que se habían acicalado para asistir al evento. El padre se había puesto la camisa blanca abotonada al cuello y la chupalla bien plantada en la cabeza; la mujer con su collar al cuello y su carterita; las niñas con su cintillo y el pelo bien estirado y los cabros chicos con el pelo mojado imposible de ordenar.

“Y ahora ante ustedes, el gran…”. Se quedó con los brazos abiertos, una pierna en alto y los ojos aterrorizados al ver que el pueblo entero salía de sus casas a las siete en punto para asistir a la concentración. Como campesinos cazurros que eran, se habían puesto de acuerdo sin ponerse de acuerdo para no salir de sus casas y matarse de la risa mientras lo miraban por las rendijas de las puertas.
Ya en la micro, los hombres bromeaban con él, le sonreían, le palmeaban la espalda, lo invitaban:
-¿Se sirve una empanadita?
-Compañero Chito, ¿cómo andarían unas cervecitas?
-¿Sabe?, yo conozco unas chiquillas buenas mozas, si quiere se las presento.
-¿Usted juega fútbol?, ¡sí!, ya poh lo invitamos a un partido este domingo allá en Calle Larga.

Y así, la micro con las banderas rojas asomando por las ventanillas, se fue dando tumbos por los caminos que –al igual que los de la vida-, suben y bajan.




lunes, 14 de octubre de 2019

El ángel azul



El ángel azul


Carlos F. Reyes


            Llama la atención que no se haya reeditado y difundido profusamente la novela El profesor Unrat (1905), del escritor Heinrich Mann. Se trata de una obra que no se conoce por ese título, que probablemente pocos han leído, pero que muchos asociarán con la película El ángel azul (Der blaue Engel, 1930) y con las largas y esbeltas piernas de Marlene Dietrich.
            Desde las primeras páginas resulta inevitable no sucumbir al drama de este hombre maduro –un maestro de carácter rígido que se siente constantemente amenazado por las burlas de sus alumnos-, que de pronto se enamora perdidamente de una muchacha que pertenece a una condición social inferior a la suya y cuya actividad de bataclana es duramente censurada por la sociedad conservadora de la época.
            El profesor Unrat –apodado “basura” por los estudiantes a causa de su descuidada figura y de un ácido juego de palabras provocado por la semejanza fonética entre su apellido y el mote con el cual lo designan- vive atormentado por la idea de sorprender en falta a sus alumnos para luego castigarlos con severidad.
            En la lectura de esta notable novela se sigue no solo el desarrollo de la acción externa, sino la sorda lucha interior del protagonista que se devana los sesos pensando en la aniquilación de sus discípulos más contumaces. Basta un gesto inusual de un estudiante durante la hora de recreo, un rumor inesperado en la sala de clases, un silencio sospechoso en el aula, para que de inmediato Unrat se ponga a la defensiva.
            No es extraño entonces que el protagonista interprete la natural desidia de los adolescentes ante los deberes escolares como verdaderos ataques en su contra y decida sancionarlos, planteándoles exigencias académicas desmesuradas. Su paranoia no le da respiro. Pasa sus días y sus noches atenaceado por ese insistente diálogo interior que lo hace revivir cada mal rato de la jornada diaria y que lo lleva a pensar en los castigos que va a infligir a los más insubordinados de su clase: a von Ertzum, por su aire campechano tan distante de las letras griegas; a Kieselack, por su arrogancia y espíritu de rebeldía: a Lohmann por su displicencia. En pocas palabras, Unrat detesta francamente al curso entero por ese sentido filial y secreto con que el grupo se resiste a sus métodos pedagógicos, pero, como todo tirano, al mismo tiempo les teme.
            Cierto día, tras encerrar a los más díscolos de la clase en el calabozo –nombre que se da a un pequeño cuarto que sirve de guardarropa-, su atención recae en el cuaderno de uno de los castigados. Al hojearlo con disimulo se encuentra con unos encendidos versos de amor dirigidos a una tal Rosa Fröhlich. A partir de ese momento la condición obsesiva del protagonista no lo dejará en paz ni un solo instante. Al llegar a su casa, repetirá una y otra vez los versos lujuriosos y el nombre de la artista que incita a los muchachos al pecado. Sin poder aguantarse más, se echa sobre los hombros su viejo y raído gabán, y sale a la noche lluviosa en busca de la bailarina. Recorre con ojos ansiosos las callejuelas desiertas que lo llevarán hasta los límites de la ciudad, mientras en el rostro se le dibuja una sonrisa venenosa, preludio de su venganza contra los alumnos.
            Su encuentro con la bailarina de los pies desnudos –que canta en el cabaret El ángel azul con expresión maliciosa: “Como soy tan joven y tan inocente…” ante un público masculino enfervorizado por el alcohol- da inicio a una tormenta interior que le cambiará la vida. A partir de ese momento visitará cada noche su camarín y se irá enredando con la muchacha en  una relación ambigua que lo arrastrará hacia una vida bohemia y sin escrúpulos. En este punto del desarrollo de los acontecimientos, resulta difícil sustraerse a la sensación de caer en un vórtice de horror y deseo morboso. El eximio profesor de griego clásico se transforma en un ente servil que noche a noche se dedica a ordenar la ropa interior de la bailarina mientras ella luce sus encantos ante la mirada ávida de los espectadores.
            Desde otra perspectiva, la tiranía que ejerce Unrat sobre sus discípulos, y que bien quisiera aplicar a todos los habitantes de la ciudad en donde vive, puede ser considerada como una magnífica revelación anticipada de la dictadura que más tarde padecería el pueblo alemán bajo el régimen nazi y que concluiría en un baño de sangre. Heinrich Mann, con aguda percepción y lenguaje preciso, desnuda el alma del déspota, que esconde tras su insaciable sed de castigo y afán de someter a los desvalidos, a un ser feble y atemorizado, a un cobarde en el más amplio sentido del término. Como todo tirano, teme perder el control que le otorga el poder. El miedo al cambio lo paraliza. Sin embargo, este dictador, que ha vivido refocilándose en la práctica diaria de escarmentar a los inocentes, invierte su rol en el juego perverso de las humillaciones cuando cae bajo las garras de la pasión: Unrat disfruta sintiéndose tiranizado por una bailarina de tercera categoría que lo engaña ante sus propios ojos y que lo pisotea hasta hacerle probar lo más execrable de la condición humana.
            Heinrich Mann tiene el mérito de describir anticipadamente la esencia de tantos dictadores que han cruzado por los escenarios políticos y de quienes finalmente nadie tendrá memoria, porque como apuntó alguna vez García Márquez, “el precio del poder es la soledad”.

domingo, 13 de octubre de 2019

Las metáforas también votan

Le Monde diplomatique



Por Carlos F. Reyes
10 de junio de 2017  

1.- La metáfora y la concepción del mundo
El diccionario de la RAE define metáfora como una “Traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita”. Así, la expresión “primavera de la vida” equivale a una metáfora de la juventud.
Esta figura retórica la usamos a diario sin darnos cuenta: “Perdí el hilo de la discusión” (metáfora de la costurera), “Sus palabras me levantaron el ánimo” (metáfora orientacional”); “Invertí mucho en esa relación” (metáfora económica); “Me enferman los discursos de los políticos” (metáfora médica). Estos tropos del lenguaje diario tienen como objeto facilitar la comprensión efectiva de lo que se señala, por eso usamos expresiones no literales como romper el hielo, abrir la mente, echar raíces, ver con buenos ojos, lavar dinero, estar bajo la lupa, ponerse las pilas.
Es curioso que cuando el sacerdote eleva el cáliz hacia lo alto (ahí está lo bueno) y repite las palabras atribuidas a Cristo: “Comed y bebed que este es mi cuerpo y esta es mi sangre”, está haciendo alusión, por una parte, a una metáfora canibalesca y, por otra, a una de naturaleza vampírica.
Un ejemplo clásico de la metáfora del terror es la que aparece en la primera página del Manifiesto Comunista: Un fantasma recorre Europa.
La metáfora participa en la construcción de significados pese al tradicional desprecio de la filosofía. Entre los filósofos griegos siempre se la consideró como un adorno, un recurso marginal que permitía “iluminar” el discurso; nada más. Su función sólo consistía en proporcionar placer estético al entendimiento. Aristóteles, tan riguroso en el empleo del lenguaje, sostenía que “la metáfora es como el condimento de la carne”. (1)
Pero este recurso estilístico no solo decora el discurso y lo hace más intelegible sino que tiene un mayor peso (metáfora de la balanza) específico del que creemos. En esta línea de pensamiento, González, J.M. sostiene que "la metáfora une razón e imaginación, es racionalmente imaginativa, nos hace comprender unos argumentos recurriendo a otros o estableciendo imágenes que nos conectan con todo un mundo -el de los símbolos, emblemas, representación iconográfica" (2)
Así pues, las metáforas tienen un valor cognitivo, forman parte dialéctica de la relación pensamiento/lenguaje. Por su parte, Nubiola, J. da un paso adelante (metáfora del caminante) al afirmar que “Las palabras por sí solas no cambian la realidad, pero los cambios en nuestro sistema conceptual cambian lo que es real para nosotros y afectan a la forma en que percibimos el mundo y al modo en que actuamos en él, pues actuamos sobre la base de esas percepciones”. (3)
En otras palabras, el lenguaje metafórico que aprendemos y usamos representa una forma de apropiarse del mundo, un modo de pararse (metáfora postural) frente a la sociedad y la historia; su materia prima son las categorías de pensamiento que convocan una manera definida de razonar.
Demos, pues, otra vuelta de tuerca (metáfora gasfiteril-mecánica) a este descuartizamiento (metáfora tanatológica) de la metáfora, subrayando algunas consideraciones: a) Conviene tener presente que la lengua no solo es abstracta -nadie se sienta en la palabra silla, y la palabra vidrio no se quiebra-, sino que la mención lingüística de la realidad no tiene que ver con ella, porque “la lengua es arbitraria”, (Saussure, F.) (4). De suerte tal que la lengua induce a un conocimiento paradójico: a medida que se acerca a la realidad, se aleja del “decir originario”. El signo lingüístico representa la realidad solo por una convención social.
b) La verdad no existe. “La verdad misma es un tropel de metáforas” Nietzsche, F. (5) Sólo hay puntos de vista, interpretaciones. Nuestras miradas sobre la realidad son subjetivas, dependen de nuestra posición económica, expectativas, sueños; del ideal de sociedad que queremos, del estado emocional en que nos encontremos, del contexto histórico, de nuestra historia de vida, etc. Por ello echamos mano a la objetividad como el argumento infalible para argumentar: “Cada vez que queremos convencer a alguien para que concuerde con nuestros deseos, y no podemos o no queremos usar la fuerza bruta, ofrecemos lo que llamamos un argumento objetivo o racional” (Maturana, H.). (6)
c) El debate, especialmente político, suele plantearse como un combate. Lakoff y Johnson (1998), estudiosos de la metáfora, sostienen que “El hecho de que en parte conceptualicemos las discusiones como batallas influye sistemáticamente en la forma que adoptan las discusiones y la forma en que hablamos acerca de lo que hacemos al discutir”. (6)
En esta concepción, según la cual una discusión es una guerra de bolsillo, encontramos expresiones metafóricas del tipo:
Su posición es indefendible
El candidato presentó una nueva línea de ataque
El Partido tiene una táctica y una estrategia definidas
d) Muchos de los cambios culturales nacen de la introducción de conceptos metafóricos nuevos que se amoldan al sistema de dominación imperante. Por ello es razonable suponer que los cambios en nuestro sistema conceptual, o el afianzamiento de él, afectan la forma en que percibimos el mundo.
En rigor, la metáfora es PODER y quienes lo detentan enmascaran los signos adaptándose a la época. Esto lo sabe y aplica muy bien el sistema de dominación ideológico que manipula la percepción de la realidad mediante la complicidad de los medios de comunicación, las instituciones religiosas, la educación. Desde muy antiguo las metáforas se usan como un ejemplo fácilmente comprensible hasta para los imbéciles, esos de “techito bajo” (metáfora arquitectónica):
2.- La metáfora en el español de Chile y su incidencia en el discurso político
El lenguaje metafórico ocupa un espacio de privilegio en las formas expresivas de los chilenos. Somos un pueblo que se caracteriza por el uso cotidiano de la lengua no verbal (gestos corporales, rictus faciales, miradas cargadas de sentido y silencios elocuentes) y el empleo de una variada gama de formas lingüísticas como la personificación, la ironía, la metonimia, los símiles, la metonimia y las expresiones idiomáticas. Las más curiosas se registran en el imaginario creativo del español de Chile en su dimensión zoonímica:
Como ando pato, tuve que hace perro muerto
La cabra se fue al chancho cuando le sacaron los choros del canasto
Este es un cabro choro, hijo de tigre
El gallo choro mandó a freír monos al gallo sapo pat’e vaca

También es posible reconocer metáforas engullentas rayanas en la antropofagia: Me comí un Barros Luco; mi compadre devoró un Barros Jarpa; le metí diente a un italiano con harta mayonesa.
Aunque no falta la metáfora textil: El académico es alguien que hila muy fino; tras su divorcio, ella estuvo atando cabos.
También se registran metáforas orientacionales según las cuales lo bueno es arriba y lo malo, abajo:
Ayer tuve un bajón.
Las metáforas ganaderas no pasan de moda. ¿Quién no ha oído acerca del período de “vacas gordas” o “vacas flacas” para referirse a la economía?
Hay otras que tienen el valor de una arenga: ¡La roja de todos!
La metáfora marca de manera significativa el uso de nuestra lengua en el ámbito político, forma parte de este poderoso instrumento manipulador. La Dictadura Militar acuñó una metáfora médica para justificar sus acciones porque el cáncer marxista estaba en el cuerpo de Chile. El tirano realizó denodados e inútiles esfuerzos quirúrgicos para tratar de extirpar el tumor. Por otra parte, ¿quién no recuerda sus palabras: “En Chile no se mueve una hoja son que yo lo sepa”?
Otros políticos recurren a metáforas meteorológicas: Soplan vientos de cambio; o de carácter náutico: El gobierno tiene que enderezar el rumbo. Rodrigo Valdés, Ministro de Hacienda señaló que “Vamos a mantener el timón firme de la economía”. Camilo Escalona (PS), ex Presidente del Senado, ha empleado en más de una ocasión una metáfora bélica: dispararse en el pie. Hay algunos que aplican dicho tipo de metáforas a fórmulas paradojales: Dar la batalla contra la pobreza o Lucharemos para conquistar la paz.
Patricia Verdugo, dio en el clavo (metáfora carpinteril) con la metáfora animalesca que empleó en su libro Los zarpazos del puma. Aunque los pobres animalitos nunca son tan despiadados como los asesinos que violaron (metáfora de la desvirgación), los derechos humanos, sembrando (metáfora agrícola) la muerte y el terror en nuestro país.
Otra de las metáforas animalescas se divulgaron cuando el sátrapa y su equipo de asesinos bautizaron sus actividades criminales como Operación cóndor y el Plan Leopardo. En la misma línea se inscribe el infame titular del diario La Segunda: Exterminados como ratones, cuando se refirió a los 119 asesinados por la Dictadura.
La Gordi -epíteto que empleó Nicolás Eyzaguirre (PPD), ministro Secretario General de la Presidencia para referirse a la Mandataria-, usó una metáfora lúdica cuando se vio en aprietos ante la prensa: dijo “paso” como quien juega una mano (metáfora anatómica) de dominó para no manifestar su opinión respecto del gobierno del Presidente Sebastián Piñera.
Éste, además de cometer frecuentes metaplasmos, del tipo tusunami o marepoto, se ha expresado con metáforas orquestales: A mí me dan como caja todos los días. Aunque una de sus preferidas, tal vez por su simpleza y escasa elaboración intelectual, fue: “Barreremos los delincuentes de las calles”. (metáfora del aseo y ornato).
Llaman la atención las metáforas boxeriles: Al primer golpe, Golborne cayó a la lona y quedó fuera de combate. Un analista político, al analizar los resultados de la encuesta CEP de junio, explicó que “Goic queda efectivamente contra las cuerdas”.
También se registran metáforas culinarias: Para estas elecciones vamos a tirar toda la carne a la parrilla. ¿Y cómo olvidar la “cocina” del senador Andrés Zaldívar (PDC) cuando se discutía la Reforma Tributaria?
En política abundan ejemplos, algunos curiosos; otros, divertidos. Se habla de Los chascones de la DC, Los momios, Tener muñeca política, Se subió al carro de la victoria, El chancho está mal pelado, Las viudas del tirano, Este no es ná, ni chicha ni limoná.
A comienzos del segundo periodo presidencial de la Mandataria, se hizo famosa la metáfora de la retroexcavadora del senador Jaime Quintana (PPD) cuando se refirió a la necesidad de implementar cambios de fondo en Chile. Es una imagen que permanece en el imaginario colectivo, que no ha pasado de moda y a la cual recurren con frecuencia algunos políticos. El candidato presidencial, Sebastián Piñera, afirmó que “Hay que terminar con la cultura de la retroexcavadora”. Y su competidor, el senador Manuel José Ossandón sostuvo que “Me voy a comprar una retroexcavadora para acabar con la Ley Longueira”. Por su parte, Felipe Kast, también candidato y opositor de los dos anteriores, afirmó que “Hay que dejar atrás la idea de la retroexcavadora”.
“Puerta” ha sido la metáfora más manoseada en estos meses previos a las elecciones. Sebastián Piñera, en su anterior candidatura presidencial, ya había señalado que “Acabaremos con la puerta giratoria” (metáfora del portero de hotel). La senadora Carolina Goic (DC) en sus primeras palabras tras la votación que la confirmó como candidata presidencial, convocó a los militantes “a golpear todas las puertas, a transmitir un mensaje de esperanza…”. Por su parte, Andrés Velasco (PR) afirmó que “Con esta decisión (la de postular candidata propia a las elecciones presidenciales) la DC cierra la puerta a futuras conversaciones”. En tanto que el diputado Guillermo Teillier (PC) dijo que con la decisión de la DC “Se le entreabre la puerta a la derecha y tenemos que hacer todos los esfuerzos para cerrar esa puerta”. Por estos días, apareció un titular en el sitio web de Radio Biobío: “Chile Vamos abre la puerta a que posibles descolgados de la DC apoyen a Piñera”. Al respecto, el senador independiente Alejandro Guillier comentó antes de la proclamación de la senadora Goic, que “Las puertas siempre estarán abiertas”. A su vez, Álvaro Elizalde sostuvo, refiriéndose a la próxima elección presidencial, que “Siempre van a estar las puertas abiertas para converger en una candidatura común”. Incluso la Presidenta Michelle Bachelet afirmó en su último discurso ante el Congreso Nacional que “Hace poco más de tres años abrimos las puertas a nuevas esperanzas”. Por cierto no se trata de las puertas del Cielo.
Llama la atención que durante el último tiempo han disminuido las referencias futbolísticas en el lenguaje político: Salimos a la cancha; entramos al área chica; damos comienzo al segundo tiempo del gobierno (Michelle Bachelet); estamos en los descuentos”.
El lenguaje es el instrumento manipulador por excelencia en el arte de convencer tanto a partidarios como a adversarios especialmente durante las campañas electorales. Solo así se explica el uso de expresiones como desarrollo, cambio, avanzar, en marcha y otras de carácter impreciso que sirven de comodines (metáfora lúdica) para la construcción del discurso. En este orden de cosas, la ambigüedad es un recurso retórico muy eficiente pues cada oyente puede decidir cuál es el significado más apropiado para sus intereses.
Resulta razonable preguntarse cómo los políticos, en este período de contienda electoral, van a seducir a un electorado desilusionado, renuente a cumplir con el deber cívico (metáfora culposa) en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias; cómo le van a vender humo (metáfora comercial) al elector indeciso; cómo los actores de este drama (metáfora teatral) van a aparecer en escena cuando los sentidos figurados que flotan (metáfora hidráulica) en el ambiente se refieren a que “está mal repartido el naipe; hay un panorama líquido; los partidos son una bolsa de gatos”.
En resumen, el discurso metafórico, ese que respiramos a diario y que repetimos como si fuese de nuestra creación, es constitutivamente importante para la comprensión del discurso político y, sobre todo, para imponer los dictámenes de las esferas del poder. Así, las metáforas no están ajenas de los procesos eleccionarios, a su manera también votan, nos hacen votar o no.
                     Carlos F. Reyes 
                     Profesor de Estado en Castellano (Universidad de Chile)
                     Egresado del Magíster en Educación Especial 
                     (Pontificia Universidad Católica de Chile)

Notas.
1.- Aristóteles. (1999). Retórica. Madrid. Gredos.
2.- González, J.M. (1998). Metáforas del poder. Madrid. Alianza.
3.- Nubiola, J.(2000). “El valor cognitivo de las metáforas”, en Cuadernos de Anuario Filosófico N°103. Pamplona.
4.- Saussure, F. (2003). (24ª ed.). Curso de lingüística general. Madrid. Losada.
5.- Nietzsche, F. (1980). Verdad y mentira en sentido extramoral” en Cuadernos Teorema N° 36. Valencia.
6.- Maturana, H. (1997) La objetividad. Un argumento para obligar. Madrid. Dolmen.
7.- Lakoff, G. y Johnson, M. (1998). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid. Alianza.