martes, 25 de diciembre de 2012

Serán otros hombres



Serán otros hombres


(de el libro "Hombre desnudo fumando en el balcón", Carlos F. Reyes)



            Abre el libro que le envió su amigo periodista y repasa los nombres de la lista tratando de imaginarse cómo era físicamente  Luis Alejandro, quiénes eran los amigos de Ángel Gabriel, cuál era el equipo de fútbol de Ricardo del Carmen, cuántos hermanos tenía Simón, cómo le decían a Marcos Orlando, ¿acaso el Chico, el Cabeza de Sopaipilla, el Guatón? Se imagina la nariz cubierta de pecas de Eduardo, los ojos negros de Carlos, el pelo revuelto de Jaime, a quienes no conoció pero que en su imaginación aparecen como en una foto tomada al equipo de fútbol del barrio. Allí están el Lucho, el Vitoco, el Nano, el Checho y el Pepe con sus camisetas de colores verdes-rojos-fucsias, de pie y en cuclillas con la pelota al medio, sonrientes, en una cancha de tierra en Calama, o en un potrero de Chiloé...pero la foto se desintegra, cae al blanco y negro, se opaca, se difumina y se desvanece como si se estuviera quemando en  las llamas del tiempo...entonces se imagina a Patricio Narváez Salamanca sentado en la cuarta fila de la escuela D-456 de Curarrehue o en la B-235 de Putre  levantando el brazo de su chaqueta deshilachada diciendo “presente, señorita”, a Pedro Róbinson Fierro, “presente”, a Mario Salinas Vera, “presente”, a Jorge Antonio Aránguiz, “presente”...Se imagina los ojos color  maqui de Niripil Paillao, el mechón rebelde de Gutiérrez Gómez, las espinillas en la frente de Narváez Salamanca, los mocos en la nariz de Jara Herrera, la sonrisa de Ulloa Pino al que le falta un incisivo, pero las voces se alejan, se alargan y sólo queda la palabra “ausente” flotando en el viento de la memoria. Sigue repasando la lista y se sorprende al encontrar el nombre de la única mujer, Claudia Andrea,  se la imagina con trenzas, con hoyuelos en las mejillas, ve que se sonroja, que tiene la mirada pícara e inteligente, pero el rostro diáfano de Claudia también se esfuma, se pierde en el olvido...Sigue leyendo el libro: “Estos nombres para la inmensa mayoría de los chilenos no dicen nada. No hay plazas ni calles que se llamen así. No pudieron acercarse a la sociedad de consumo ni vieron la TV a color. No conocieron internet ni jugaron con los Nintendo”(*). La lista es larga y es probable que alguno de estos  45 niños y adolescentes de entre seis y diecisiete años que fueron asesinados entre el 11 de septiembre y el 31 de diciembre de 1973 haya pensado en sí mismo y levantado el puño izquierdo después de haber escuchado las palabras finales del compañero Presidente cuando dijo “serán otros hombres”.

(*) Martorell, Francisco, Operación Cóndor. El vuelo de la muerte.

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