jueves, 12 de julio de 2012

El guardián de los sueños perdidos


El anciano funcionario de la Biblioteca extrae el Libro Negro, le sopla el polvo, desciende por la escalera, camina cojeando hasta el escritorio, se sienta, lo abre y entonces las letras góticas emprenden vuelo como murciélagos ciegos ansiosos de libertad. Se acomoda los lentes y alcanza a leer mientras vuelan en desorden las alas oscuras: “El joven Bibliotecario, sube la escalera y esconde el Libro Negro en lo más alto de las estanterías para que….”
Carlos F. Reyes

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